LA MUERTE LLEGARA

Job 9,25-26  “Mis días huyen en veloz carrera, sin haber visto la felicidad. Se van como barcos ligeros, como águila que se lanza tras la presa. 1ª Pedro 1,24  “Pues toda carne es como hierba y su gloria como flor del campo. La hierba se seca y la flor se cae, pero la palabra del Señor permanece eternamente. Esta palabra es el evangelio que se les ha anunciado a ustedes.
 
A mucha gente le fascina  hablar de deporte, en especial el fútbol. A otros les gusta hablar de Televisión, del cine, de  telenovelas A otros les encanta comentar la vida de los demás (el chisme). En fin, la gente disfruta hablando y comentando diversos temas. Sin embargo la mayoría olvida o en todo caso ignora y evita hablar acerca de la muerte.  Podemos pasarnos horas y horas hablando de fútbol, días enteros comentando las telenovelas, meses y años hablando de los defectos del prójimo,  pero la mayoría de nosotros ni siquiera quiere hablar un minuto acerca de la muerte.

Transcurren nuestros días agitados, vivimos nuestra vida tan apurados y sin querer queriendo se nos acaba el tiempo.   se cumple la palabra  que leímos “Mis días  huyen en veloz carrera, se  me fue la vida sin conocer la felicidad”.  Vivimos tan apurados  y lo anecdótico de esto es que cuando morimos nos llevan al cementerio lentamente, como que la muerte nos dice en ese momento: -“viste para eso te apurabas tanto”. Pensamos que la muerte nunca llegara, se nos olvida que para que ella llegue sólo se necesita que estemos vivos.

Un día estaba un sacerdote predicando  en la misa referente a la muerte y decía a los feligreses:- ¡Arrepiéntanse! ¡Arrepiéntanse! Antes que sea demasiado tarde, porque tarde o temprano llegara el juicio de Dios y todos moriremos. Al escuchar esto un feligrés le dice a otro:- Imagínate el trabajo que tendrán los de la funeraria cuando nos muramos todos…

Muchas veces tomamos la muerte como una broma,  pensamos que nunca llegará, pensamos que la muerte sólo es para los demás.   para que no se le olvide de la muerte déjeme comentarle que cada día mueren alrededor de  200,000 personas,   Piense en este momento, hay la posibilidad de que usted pueda estar dentro de esa cifra,  todos los días recuerde que son 200.000 personas que como nos dice San Pablo, tendrán que presentarse ante el tribunal de Cristo para que cada uno reciba lo que le corresponda, según lo bueno o lo malo que haya hecho mientras estaba vivo (2Corintios 5,10)  

Los enemigos del alma, trataran de hacer que nos olvidemos de esta realidad.  Constantemente debemos buscar maneras para evitar que se nos olvide que algún día también moriremos. Para esto, ayuda mucho asistir a velatorios  y contemplar  al difunto. También ayuda el ir al cementerio y observar todo lo que ahí existe. Me permito darle un excelente consejo, consígase y lea  el libro “Preparación para la Muerte”  de San Alfonso Liborio, este libro le ayudará bastante para preparar su viaje, de regreso a la casa del Padre. 
 Muchos dirán que soy muy extremista al  aconsejarles esto,  pero es justo y necesario.  Porque no nos  hará mal   saber que éste puede ser el último día de nuestra vida. 

Los Santos de nuestra iglesia alcanzaron la santidad, porque pensaban en la muerte,  todos los días. Tal es el caso de Santa Mariana de Jesús, una santa de Ecuador que vivió en el siglo XVII.  Ella, para recordar frecuentemente que iba a morir y que tendría que rendir cuentas a Dios, se consiguió un ataúd y en él dormía varias noches   y los  otros días lo llenaba de almohadas para que pareciera que había un cadáver. Esto  le recordaba lo que le esperaba al final de la vida. 

Quiero hacerle una pregunta:-¿Cómo quiere morir usted?  ¿En qué momento y circunstancia quisiera irse de este mundo? Para ayudarle a responder, le informo que según la Organización  Internacional del Trabajo, alrededor de  6.000 personas mueren todos los días en su fuente de labor. Se imagina,  les llega la muerte cuando están trabajando.
 
Como miembros y obreros de la iglesia de Cristo, sería maravilloso que cuando nos llegue la muerte, nos encuentre trabajando, pero trabajando para el Reino de Dios, invirtiendo nuestro tiempo en “La viña del Señor”.  Que venga la muerte y nos encuentre haciendo el bien,  ayudando y sirviendo al prójimo.

Pidámosle  a Dios, en este y todos los días de nuestra vida la gracia de estar  PREPARADOS PARA MORIR y PREPARADOS PARA PRESENTARNOS ANTE EL TRIBUNAL DE CRISTO.


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