LA PISCINA, EL TIBURON y los PECES

  “Cuando terminó de hablar, le dijo a Simón:-Lleva la barca a la parte honda del lago y echen allí sus redes para pescar.”    
 
Hoy más que en ningún momento de la historia existen métodos, maneras diferentes de pescar  para  el reino de Dios. En la actualidad hay abundancia de literatura Cristiana.  Existen Biblias de toda clase, de todo tamaño, Desde la gigante Biblia ilustrada y familiar, hasta las pequeñas Biblias de bolsillo. Hay medios de comunicación, la televisión, la radio el Internet, medios por los cuales podemos hacer que los peces  caigan atrapados en las redes del evangelio. Actualmente no estamos aprovechando todos estos métodos y medios para que haya una pesca abundante.  Faltan muchos pescadores 

Jesús en el evangelio  nos indica que llevemos la barca a la parte honda y echemos ahí las redes para pescar. Hay que REMAR MAR ADENTRO también nos indicaba el Papa Juan Pablo II. 
Los peces abundan pero los pescadores son pocos.  Escuchamos decir que al otro lado de esta vida hay un premio. Sabemos por el Espíritu Santo que ha sido derramado en nuestros corazones a través del Bautismo, que existe algo inmenso de incalculable valor como la Vida Eterna. Pero muy pocos se animan a cruzar esta vida echando las redes mar adentro y pescando  para el Reino de Dios.  Muchos no se animan a cruzar por miedo al peligro, por miedo a las pruebas, por miedo a los tiburones.
 
Cierta vez, un hombre rico tenia una hija de  21 años que además de ser inmensamente adinerada era muy hermosa. Este hombre quería para su hija un esposo valiente,  el rico ansiaba tener como heredero de su fortuna  a un hombre lleno de valor, y firmeza.  Para ello saca un anuncio en el periódico, ofreciendo en matrimonio a su hija a la persona que  no tenga miedo y demuestre ser  valiente. Para comprobar el valor del futuro yerno, el hombre rico propone una prueba. Consistía en atravesar una piscina de 500 metros de largo, en ella habría obstáculos y peligros que enfrentar. La persona que logre atravesar la piscina llena de tiburones, cocodrilos y serpientes y así pueda llegar a la otra orilla, ese hombre tendría el honor de casarse con su única hija y por tanto heredar toda su riqueza. 

 Los pretendientes al ver el anuncio en el periódico y conocedores de la belleza y de la riqueza de la doncella, acudieron por miles.  El papá de la futura esposa les explica con detalles que tendría  la mano de su hija, el primer hombre que lograse atravesar la piscina y llegar a la otra orilla. Allí por supuesto estaria esperando a su futuro esposo la bella y esplendida doncella.

  Los postulantes estaban listos y preparados para tan osada y remunerada aventura. Querían lanzarse a la piscina pero veían los peligros que en ella había. Miraban azorados  a los cocodrilos que amenazaban con devorar a todo aquel que se sumerja en las aguas. También estaban las serpientes que amenazadoras lanzaban horrendos silbidos. Para completar el tétrico panorama se encontraban  los tiburones,  por docenas daban vueltas esperando a su presa.

 Pasó una hora y nadie se atrevía,  dos horas y ninguno cruzaba. Padre e hija al otro lado esperaban impacientes por comprobar  la valentía de alguno, pero nada. De pronto se ve que alguien cae al agua y empieza a nadar esquivando los tiburones, el pretendiente valiente se daba modos para sortear a los cocodrilos y las serpientes.  Nadaba y nadaba con mucha rapidez, pasa la mitad de la piscina y el “valiente pretendiente” seguía  enfrentándose a la muerte,

 La Bella hija y su padre  gritaban emocionados,  “Ya viene el valiente” “viene mi príncipe valiente”.  El pretendiente valeroso, con el último suspiro y fuerza logra por fin llegar a la otra orilla.  La euforia era general todos decían ¡viva el valiente! ¡Bravo!  El padre sale al encuentro de su futuro yerno para abrazarlo, felicitarlo y sobre todo preguntarle cómo fue que se animó a meterse a la piscina. A esto le contesta  su futuro yerno:-  Espéreme un momentito,  y preparándose como para pelear con alguien explica,  -yo no me metí en la piscina por libre voluntad,  a mí me empujaron, yo caí y no me quedó más remedio que evitar morir.  Espéreme un momento voy a ir buscar al que me lanzó, luego vuelvo ya suegrito. 

Hoy Nuestro Padre Dios, necesita pescadores,  Dios necesita Hombres de valor,  personas valientes que se arriesguen a cruzar la piscina de la vida y remar mar adentro donde hay peligros, pruebas y obstáculos que vencer. Allí dentro, en peligro de muerte, están muchos de nuestros hermanos, por que la serpiente del mal los tiene atrapados y quiere devorarlos. Nuestra misión es la de rescatarlos con las redes del evangelio, Los pescadores para tener la valentía debemos mirar  al otro lado de la piscina donde esta el premio. al otro lado  hay algo hermoso, bello, infinitamente precioso, como es el regalo de  la vida eterna.  Para ello debemos remar mar adentro y cruzar la piscina de la vida

En estos momentos  puede ser que te encuentres al borde de la piscina, y quieres ser un Pescador del Señor. Estas mirando los peligros,  quizás  tienes miedo. Puede ser que te entre el pánico, pero  hay alguien que te dice al oído: -no tengas miedo hijo mío, en la vida tendrás que pasar tribulaciones, tendrás que sufrir, pero ¡animo! yo he vencido al mundo (Jn, 16,33).

En este instante al verte con miedo, el Espíritu Santo sopla a tu oído y te empuja para que te animes a meterte a la piscina. El Espíritu Santo te empuja para que te animes, para que tengas valor, y te conviertas en un Valiente servidor del Señor.   ¡Adelante hermano empieza a nadar, empieza  tu trabajo de cruzar la piscina buscando y ayudando a tus hermanos que están en peligro de muerte eterna!
  
Dios hoy te dice  ¡adelante!  Yo soy quien te manda que tengas VALOR Y FIRMEZA No tengas miedo ni te desanimes  porque yo, tu Señor y Dios estaré contigo dondequiera que vayas (Josué 1,9)  
Echa las redes mar adentro y recuerda siempre que ante las flaquezas y cansancio de la pesca,   al final  esta el invalorable premio de la  Vida  Eterna Amen.


0 comentarios: