SIMPLES PECADILLOS

En una iglesia, un feligrés se acerca al sacerdote y le dice:-Padrecito, a nosotros los de la iglesia nos gustaría que no hablara usted tanto, ni con palabras tan precisas, sobre EL PECADO. Pensamos que si nuestros niños lo oyen predicar con tanta frecuencia de este asunto, más pronto llegarán a ser PECADORES,  ¿por qué al pecado no llamarlo simplemente un ERROR?  ¡Padre, por favor no hable usted  tan abiertamente del pecado!

    El sacerdote  invitó al feligrés al deposito de la iglesia y de un alto estante  tomó una botella de VENENO y la mostró al visitante.  La botella tenía una etiqueta con estas palabras en grandes letras rojas: -VENENO, ¡NO TOQUE! ¿Qué quiere usted que yo haga? Preguntó el sacerdote. ¿Piensa que seria mejor que quitara esta etiqueta clara y pusiera otra que dijera: “ESENCIA DE MENTA”?  ¿No ve usted que cuanto más suavice el nombre de la etiqueta, más PELIGROSO se hace el VENENO?...

El pecado es faltar contra el amor de Dios o del prójimo a causa de un apego indebido a otros fines que atraen. San Agustín  dice que pecado es una obra, una palabra o un deseo contrario a la ley de Dios.

Mi abuelita diría EL PECADO es PECADO. Hoy en día vivimos en una sociedad donde a lo malo lo vemos como bueno, al pecado lo observamos como simples errores. Lo queremos llamar simples pecadillos.  Un amigo me decía: -“sí, reconozco que soy pecador, pero ¡son simplemente unos “pecadillos”! insinuándome que sus pecados eran bien pequeñitos. Se nos ha hecho  costumbre ponerle tamaño a los pecados, siendo así que la mayoría son “mortales” como el veneno.

El pecado es el mismo de siempre, el que causó la caída de Adán. Es por lo que padecemos hoy día y  nos hará más daño que bien el TRATAR DE DIZFRAZARLO  con una etiqueta atractiva y elegante.  No necesitamos una nueva palabra para expresarlo.  ¡Lo que si necesitamos es enterarnos lo que significa la palabra PECADO y las consecuencias mortales que podrían causarnos el tenerlos y no confesarlos!

Todos pecaron y están privados de  la  Gloria de Dios (Romanos 3,23). El salario del pecado es la sexta, muerte (Romanos 6,23). Escuchó bien, el pecado nos priva de la Gloria  eterna ya que el salario del pecado es La muerte eterna.

Los santos acostumbraban a repetir la comparación entre el pez hambriento y quien se deja atraer por el pecado. El pez ve una atractiva carnada y nada veloz a comerla, pero, apenas la muerde se le destroza la garganta y queda atrapado. Es que dentro de aquel bocado tan apetitoso estaba escondido un destructor anzuelo. Lo que empezó como una agradable atracción, términó siendo una dolorosa desilusión. Así sucede con el Pecado  Atrae. Parece muy agradable. Pero apenas gustado, deja en el alma una sensación de muerte y destrucción tan profunda que solamente quienes han sufrido esta desilusión pueden medir la amargura y desdicha que él produce.

Alguien me dijo que lo importante no era dejar de ir a fiestas donde había bebidas, sino proponerse no emborracharse.  Siete veces me propuse no emborracharme en esas fiestas y siete veces me emborraché – comentaba mi amigo.  Es que la ocasión hace al ladrón. Cuánta razón tenía San Agustín cuando decía:- “El pecado es como una serpiente venenosa, si te acercas te envenena”

San Cirilo, un famoso santo del siglo tercero decía: “Nadie se arrepintió jamás de haber hecho algún sacrificio por no pecar”.  San Agustín repetía constantemente a la gente:- Un gran remedio para evitar pecados es recordar aquella promesa que Dios hizo en el libro del Éxodo - “Yo perdono pero no dejo el pecado sin castigo”.  Tratemos nosotros de castigarlo con penitencias oraciones y limosnas para que no tenga Dios que castigarlo después. No olvidemos que cuanto mayor sean las piedras que lancemos hacia el cielo, mas fuertes serán las piedras que recibiremos en nuestra cabeza. Por eso debemos preferir cualquier clase de sacrificios y sufrimientos con tal de no ser castigados por Dios.

Hay que huir de todas las ocasiones de pecar,  ojalá que frente a las tentaciones y el pecado podamos recordar y decir aquella famosa frase que los santos antiguos y modernos  tuvieron como lema: -“MORIR ANTES QUE PECAR”



 

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