OLIMPIADAS ESPIRITUALES


¿No han aprendido nada en el estadio? Muchos corren, pero uno solo gana el premio. Corran pues, de tal modo que lo consigan.  En cualquier competición los atletas se someten a una preparación muy rigurosa, y todo para lograr una corona que se marchita, mientras que la nuestra no se marchita. (1ra Corintios 9,24-25)

Este pasaje de la escritura nos muestra tres figuras consecutivas:
Un estadio, una carrera, un premio.  
Esto es lo que millones y millones de personas tuvieron la oportunidad de ver en los dieciséis días en que se desarrollaron las olimpiadas Beijíng 2008

Hemos quedado impactados por el estadio llamado el Nido de pájaro
San Pablo se refiere a la vida espiritual como una carrera de fe, y para ello en este pasaje bíblico hace una pregunta que se mantiene vigente, y la pregunta es: ¿No han aprendido nada en el estadio?  
Hoy podemos preguntarnos:
¿Qué han aprendido en este tiempo mirando las olimpiadas por la Televisión?

Solo 88 países de los 204 recibieron medallas.
 La última medalla entregada en las olimpiadas fue la del maratón.
Todos nosotros estamos inscritos en la olimpiada espiritual,  desde el momento de nuestro bautismo estamos habilitados para participar de la carrera de nuestra vida, “el maratón de la fe
¿Cuanto es el recorrido de este maratón?
A muchos nos cansa el solo hecho de correr 100 metros, 
Y que decir si recordamos que el maratón dura 40 Kilómetros.
Seguro usted esta pensando mejor no sigo adelante,  espere un poco a que le anuncie que el recorrido de nuestra carrera de fe es aun mucho mayor. 
Dicen los expertos que una persona promedio (70 años de vida) a lo largo de su vida camina lo que equivale dar tres vueltas a la tierra,  si la tierra mide 40000 kilómetros, estamos hablando nada mas y nada menos que de 120.000 mil kilómetros.  
Este es el recorrido de nuestra maratón espiritual si logramos llegar a los 70 años de vida
Algunos llegan al final con menos recorrido, 

En las olimpiadas los atletas competían en diferentes disciplinas 28 para ser más precisos. Atletismo, Natación, Tenis, Fútbol, Básquet,  gimnasia, etc. etc.

Nuestras disciplinas son diferentes:
Hay algunos que tendrá que  competir y vencer en  la disciplina del odio y el rencor
Hay miles que tienen que luchar contra la avaricia y el materialismo
Otros luchan por triunfar en la competencia de la envidia, otros en el orgullo, la vanidad
Para las mujeres la disciplina favorita a vencer será la del “chisme”
Los Hombres su especialidad, el adulterio, la lujuria y los vicios.
La brujería y el esoterismo también es una competencia a vencer por muchos.
Todos  conocemos cual es la prueba en la que tendremos que participar, todos tenemos alguna debilidad con la cual tendremos que pelear. 
Nuestra iglesia en general tendrá que lidiar con la “cultura de la muerte” en la que esta viviendo. 

¿Por qué realizar esta carrera de fe?
San Pablo nos dice;
En cualquier competición los atletas se someten a una preparación muy rigurosa, y todo para lograr una corona que se marchita, mientras que la nuestra no se marchita.

Todos corren para alcanzar el triunfo, el sueño de alcanzar la victoria los anima,  la esperanza de la gloria los motiva.  Pero todo esto es corruptible.
Sin embargo, nosotros corremos en esta competencia por , la corona incorruptible, de la gloria eterna

Hay un pasaje en la escritura (Colosenses 1,27) en la que se nos habla de que tenemos a Cristo y esperamos la gloria.
Este pasaje lo escucho un feligrés oriundo de La Paz (Bolivia)
En Bolivia la gente del occidente Cochabamba, Oruro, Potosí, Sucre y la mayoría de los Vallegrandinos de Santa Cruz, para referirse a las personas anteponen al nombre,  “El” para el varón y “La” para la mujer,   al referirse al nombre de las personas todos ellos dicen: La Juana, El Carlos. El Wilson.
En la parroquia La Esperanza existía un  feligrés de nombre Vitaliano, el cual  estaba solo por que su esposa  que se llamaba “La Gloria” se había ido a España.  Y un día cuando pasaba por la iglesia, escucho que el padrecito predicaba acerca de Colosenses 1,27 diciendo en voz alta:
-Animo hermanos ustedes tienen a Cristo y esperan la gloria.   
Vitaliano al escuchar esto se emociona y empieza a asistir regularmente a la iglesia (pensando que ahí recibiría ánimo para esperar a la Gloria que estaba en España.)
Pasa un mes y Vitaliano no dejaba de asistir a la iglesia
Pasan dos meses y Vitaliano se hace amigo del padrecito.
Pasan tres meses y Vitaliano deja de asistir a la iglesia.
Al cuarto mes el padrecito encuentra de casualidad a Vitaliano en el mercado, y le pregunta por su ausencia al templo:
Vitaliano ¿Por qué ya no estas yendo a la iglesia? ¿Tu asiento esta vació?
Y Vitaliano emocionado responde de la siguiente manera:
La verdad es que yo empecé a asistir a la iglesia cuando usted predicaba acerca de que tenemos a Cristo y esperamos la gloria, y como “La Gloria” que yo esperaba estaba en España yo iba a la iglesia por que  estaba esperando día y noche por su retorno.  Y ahora de tanto esperarla le cuento que La Gloria ya llego de España, y ya no tengo a que ir a la iglesia por que “La Gloria” ya llego…

En esta competencia espiritual,  tenemos a Cristo y Esperamos la Gloria, pero no una gloria pasajera no un triunfo finito, no una victoria pasajera, no estamos corriendo por una corona que se marchita, nosotros estamos en competencia por que esperamos el triunfo, anhelamos, soñamos con la corona incorruptible, aspiramos a  la corona de la vida eterna, estamos entusiasmados y emocionados por que esperamos la Gloria Pero esta Gloria es eterna.

Pidamos al Señor la gracia de poder terminar este maratón espiritual, pidamos por todos los que corren en el mundo entero, anunciando y proclamando la Buena Noticia de la salvación.  

Imploremos a Dios para  que al final de nuestra vida podamos proclamar y decir las mismas palabras del Apóstol Pablo escritas en  2da Timoteo 4,7 
“He Combatido el buen combate, he TERMINADO MI CARRERA, he guardado lo que depositaron en mis manos solo me queda recibir la corona de toda vida santa con la que me premiara aquel día el Señor, Juez justo y conmigo la recibirán todos los que anhelaron su venida gloriosa.  

Amen

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