EL CIEGO

Se cuenta que el ciego del pueblo muere atropellado por un vehículo que llegaba de la ciudad. Lidubino testigo de lo sucedido, en el velatorio al escuchar él comentario generalizado de los presentes: “Pobre ciego, trágica su muerte” interviene diciendo: “pero por lo menos no vio cuando se acercó la muerte”…
Esta historia de humor se asemeja a la realidad de la vida espiritual.
-Muchos van por la vida ciegos. No ven nada, no se dan cuenta de los peligros que trae el vivir en la ceguera y oscuridad espiritual.
-El pecado enceguece
-el odio enceguece
- la envidia enceguece 
-la mentira él adulterio las adicciones enceguecen
-El chisme la murmuración, enceguece el alma
-el materialismo, el consumismo enceguece
Y así podríamos citar miles de miles de cosas negativas que ciegan los ojos del alma.
Tú o Yo podemos ser ese ciego que es arrollado por el vehículo de la muerte. 
Y la pregunta que puede evitar un accidente es: ¿estas ciego? ¿Qué estás haciendo por recuperar la vista?
Si estamos ciegos, nuestra actitud urgente tiene que ser la del ciego de Jericó: 
“Cuando se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna.
Al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía.
Le respondieron que pasaba Jesús de Nazaret.
El ciego se puso a gritar: « ¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!».
Los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: « ¡Hijo de David, ten compasión de mí!».
Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo a su lado, le preguntó:
« ¿Qué quieres que haga por ti?». «Señor, que yo vea otra vez».
Y Jesús le dijo: «Recupera la vista, tu fe te ha salvado».
En el mismo momento, el ciego recuperó la vista y siguió a Jesús, glorificando a Dios. Al ver esto, todo el pueblo alababa a Dios•. (Lucas 18,35-43)




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