Hebreos 12, 1-2: “innumerables son estos testigos que nos
envuelven con una nueve depongamos pues toda carga inútil y en especial las
amarras del pecado para correr hasta el final la prueba que nos espera fijos los ojos en Jesús que organiza
esta carrera de la fe y la premia al final”.
Como diría un comediante muy conocido: “sin
querer queriendo” estamos participando del maratón de la fe. Esta carrera
comprende desde que nacemos a la vida cristiana por nuestro bautismo hasta la
hora de nuestra muerte.
La palabra de Dios nos dice que para correr
este maratón, tenemos que dejar de lado toda carga inútil y fijar nuestra mirada en
Jesucristo para poder llegar al final de la carrera.
En este momento ¿Dónde
están puestos nuestros ojos? Recuerdo hace mucho tiempo, cuando tenía
16 años, en la casa donde vivía, a una cuadra había una muchacha muy hermosa.
Yo me juntaba con varios amigos en la
esquina de la casa donde vivía. Ella salía a la acera por las noches, y nosotros buscábamos cómo llamar la atención de esta joven, una
noche se nos ocurrió dar vueltas al manzano para que ella nos vea, corríamos 5,
10,15, 20 vueltas, recuerdo que en la vuelta 12 ya estaba cansado, ¿Qué creen que hacía para
quitarme el cansancio? Miraba a la
joven, mi inspiración era la muchacha y sacaba fuerzas de flaquezas y seguía
corriendo.
Si queremos terminar el maratón
de la fe, tenemos que poner nuestros
ojos en Jesús. Sucede que a veces ponemos nuestros ojos en otro lado, miramos la cerveza, miramos el dinero, ponemos nuestra mirada en lo
material, en los placeres terrenales y nos olvidamos de poner los ojos en el
Señor. El problema de de poner nuestros ojos en los vicios, y
placeres terrenales nos hace perder cosas valiosas, perdemos mucho. Conocí el año pasado de un corredor de
maratón, un keniano que en un maratón en
Australia por un segundo perdió 27000 $us, ¿Cómo que perdió en 1 segundo tanto
dinero. Resulta que los organizadores del maratón daban un premio especial al
corredor que ganara el maratón y lo terminara en menos de 2 horas 10 minutos y
este corredor llegó a la meta en 2 horas 10 minutos y un segundo, por un
segundo perdió los 27000 $us. Al conocer
esto me puse a pensar cuantas cosas de gran valor
perdemos en un segundo por tomar una mala decisión, en un segundo dejamos entrar a los malos pensamientos, en un segundo
entran las tentaciones de pensar en la
mujer del prójimo. En fin se ha puesto a pensar lo que perdemos en tan poco
tiempo…
Pero no todo es negativo, hay una buena noticia para los
que hemos perdido cosas valiosas en el maratón de la fe. Filipenses 3, 13-14: “hermanos no digo que yo mismo ya
lo haya alcanzado, lo que si hago es olvidarme de lo que queda atrás y
esforzarme por lo que esta adelante para llegar a la meta y ganar el premio
celestial que Dios nos llama a recibir por medio de Cristo Jesús”. El
apóstol Pablo nos dice que no importa lo que
hayamos perdido, no importa el pasado y cuantos errores cometimos hasta
el momento, el apóstol dice que empecemos una nueva vida y nos esforcemos por
correr este maratón, llegar a la meta y ganar el premio celestial.
Oración: Señor aquí
estoy, en mitad de la carrera, mis
pecados y mis errores me impiden seguir corriendo, Señor ven a ayudarme, ven
pronto a auxiliarme, imploro tu misericordia para poder seguir adelante, quiero a partir de
hoy fijar mis ojos, mis pensamientos y mi corazón, en ti solo en ti Jesucristo,
confió en que al hacerlo, llegare a la meta y obtendré el premio, la corona de
vida eterna. Amen
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