EL MARATON DE LA FE


1ra Corintios 9,24-26 “Ustedes saben que en una carrera de todos los que corren, solamente uno recibe el premio. Pues bien, corran ustedes de tal modo que reciban el premio
. Los que se preparan para competir en un deporte, evitan todo lo que pueda hacerles daño. Y esto lo hacen por alcanzar como galardón una corona que enseguida se marchita; en cambio, nosotros  luchamos por recibir un premio que no se deteriora con el paso del tiempo”.
 
Si hay algo que le gusta a la mayoría de los niños es correr, los niños tienen una energía increíble cuando se trata de correr, ellos incansables, lo hacen por todos lados. Pasa el tiempo y dejamos de ser niños,  nos convertimos  en adultos y cambiamos la agilidad y el correteo de la niñez, por un cómodo sofá.  Ya no corremos, ahora nos sentamos, pues muchos estamos con sobrepeso y el solo hecho de pensar en correr nos cansamos,  nos convertimos en expertos en ver correr a los demás.  Prendemos el Televisor, ponemos los canales deportivos y decimos en nuestro interior:- para que voy a correr tanto, suficiente con que los demás lo hagan. ¿Qué sucedió?

Un niño es ágil y no tiene sobrepeso. Una persona adulta ya sea hombre o mujer, los que han pasado los 40 años, por lo general tiene alguno que otro kilito extra,  estos  influyen en su resistencia física.

Así como las carreras físicas, En el Texto bíblico que leímos, San Pablo compara la vida espiritual, como una carrera que tenemos por delante y nos recuerda que en una carrera todos corren pero uno solo es el que se lleva el premio. También dice que los deportistas evitan todo lo que les provoca algún daño físico y esto lo hacen para alcanzar un premio, una corona que se marchita y acaba. Con cuanta mayor razón ustedes deben correr y llegar a la meta y obtener la corona de Vida Eterna, premio y trofeo infinito e incorruptible. nos reitera El Gran Pablo.  

 Jesús nos dijo, que deberíamos cambiar y hacernos como niños para entrar al reino de los cielos (Mt 18,3)  mas allá de todo lo que encierra este concepto,  quiero añadir hoy, que también podemos aplicarlo al peso espiritual de los niños, que  son inocentes,  no tienen  pecado y  a la maldad de los mayores. Se diría que todos los niños (3-6 años) no llevan consigo los kilos o toneladas de pecados que les impida correr. Una  persona mayor, ya tiene sobrepeso espiritual,  a lo largo de los años hemos acumulado gramos  kilos y toneladas de pecados, lo cual nos impide seguir adelante.

Estimado hermano en Cristo,  usted y yo estamos en competencia, tenemos una carrera por delante que ejecutar, pero estamos con sobrepeso. De ser así, ¿como podemos llegar a la meta? ¡Sencillo!,  practiquemos  lo que dice Hebreos 12,1b “Dejemos a un lado todo lo que nos estorba y el pecado que nos enreda, y corramos con decisión

Para empezar a competir en esta carrera de Fe,  debemos primeramente arrepentirnos, confesar nuestros pecados, ya que estos son muy pesados para llevarlos junto con nosotros.
 En estos momentos quizás te sientas cansado para correr, puede ser que los problemas de la vida, el sufrimiento, el dolor, los fracasos, traiciones, hacen que te veas resignado a abandonar la carrera, y ahora  te conformas con prender la televisión y solo tienes el placer de disfrutar ver como corren los demás. 

 Ya que hablamos de Televisión déjenme contarles lo que vi en una película,   pueda ser la película de tu vida.
 Se llevaba a cabo una carrera, una maratón,  los participantes eran 70 atletas, de diferentes países  que se esforzaban por recorrer los 42 Km. fijados en la competencia. El público en la meta recibía con aplausos  a los valientes corredores. Uno a uno fue llegando la mayoría de los atletas, en total llegaron 69. Uno no llegó por que se había tropezado y al caer se lastimó una pierna. 

El atleta se había quedado a escasos tres kilómetros de la meta, pasaron  horas y no llegaba estaban todos marchándose del lugar, cuando de pronto, entre cojeando y corriendo llega el último competidor,  rezagado  muy rezagado pero cumplió su objetivo. (Seguro escuchó la canción “El Rey” de Vicente Fernández. que dice: también me dijo un arriero que no hay que llegar primero pero hay que saber llegar).

La prensa al ver al atleta lastimado,  le  preguntan  -¿por qué no abandonó la carrera?
El valiente corredor responde algo que nunca debemos olvidar:

-“ Como corredor represento a un País,  me enviaron  por que confiaron en mí, confiaron en que no iba abandonar la carrera,  por el contrario estaban seguros que  llegaría a la  Meta”.

Hermanos y hermanas:
Desde el momento de nuestro bautismo, estamos inscritos en esta carrera de la vida,  la cual es un maratón de resistencia en la Fe, fuimos enviados a este mundo, para competir en esta carrera. Somos hijos de Dios, hijos del rey, Él ha confiado en nosotros,  Él nos ama y espera que no abandonemos esta competencia, está a nuestro lado durante el trayecto y también se encuentra  esperándonos en la meta.  Dios desea que todos lleguemos al cielo.

Adelante Hermano, si estas caído, levántate y corre, corre, hay un camino  por delante  y es necesario llegar a la meta. Pidamos hoy, mañana y por el resto de nuestros días la gracia de poder terminar esta maratón de Fe, pidamos con humildad la gracia de  poder dejar todos los días todo lo que nos estorba, el pecado que nos enreda, y así, estaremos  libres para  poder correr con fortaleza la carrera que tenemos  delante.  

Quiera Dios, que al final de nuestra vida todos nosotros podamos repetir las palabras de San Pablo escritas en 2da Timoteo 4,7-8 “He peleado la buena batalla, he llegado al termino de la carrera, me he mantenido fiel. Ahora me espera la corona merecida, que el Señor, El Juez justo, me dará en aquel día. Y no me la dará solamente a mi, sino también a todos los que con amor esperan su venida gloriosa”


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