HIJOS DE DIOS

Estaban en  casa Tavito y su abuela.  El niño comenta a la anciana:-En la iglesia el Sacerdote me enseñó que yo soy “Hijo de Dios”  y eso me ha dejado un poco con la duda, abuelita, dime-  ¿Es verdad esto?  ¿Yo soy hijo de Dios?
La abuela sonriendo responde: -Si Tavito, tus eres “Hijo de Dios”. Entonces el niño, más confundido y asustado que antes exclama:- ¡“Lo sospeche desde un principio”!  y sale corriendo. La señora  preocupada ahora pregunta:-Y dónde estas yendo Tavito. El niño presuroso  dice:- No puedo esconderle esto a mi papá,  voy a darle la mala noticia de que  ya no soy hijo suyo, sino que ahora soy “HIJO DE DIOS”.
 
Qué alegría hermanos lo que el niño creía que era una mala noticia,  para su papá, en realidad es una BUENA NOTICIA, porque  además de nuestra filiación terrenal con  nuestros padres,  tenemos una filiación celestial  ya que somos “Hijos de Dios”

El discípulo amado San Juan lo entendió y sobre todo  lo experimentó,  porque  escribió así:-1ª Juan 3,1-3.  “Miren que amor tan singular nos ha tenido el Padre que no solo nos llamamos hijos de Dios sino que lo somos. Por eso el mundo no nos conoce, porque no lo conoció a él.  Amados, a pesar de que ya somos hijos de Dios, no se ha manifestado todavía lo que seremos. Pero sabemos que cuando Él aparezca en su gloria, seremos semejantes,  porque lo veremos tal como es.  Si es esto lo que esperamos de el, querremos ser santos como Él es santo”

¡Gloria a Dios!  Esto si que es una Buena Noticia. No sé cuantas noticias buenas ha recibido en este día,  pero por sobre todas las buenas noticias esta es la que produce más alegría y felicidad,  puesto que la escritura nos afirma que somos “Hijos de Dios”. Quizás en este momento usted esté diciendo:    “Demasiado hermoso  para ser verdad”, “Y ahora quien podrá creerlo”.

Permítame leerle lo que dice Romanos 8,16. “El Espíritu asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios”.  ¿Comprendió?   Si usted realmente quiere estar seguro de su filiación Divina y más que creerlo; vivirlo y experimentarlo, no espere creer esto consultando a los adivinos,  preguntándole al mundo,  a la carne. No espere entender que es Hijo de Dios, apegando su corazón cada vez más y más a las cosas materiales y terrenales. No debe dejarse guiar por estas cosas  ya que solo el Espíritu asegura a nuestro espíritu  que somos hijos de Dios”
 
Estaremos convencidos y seguros de ello  si nos dejamos guiar por Él,  y mas aún si buscamos las cosas de arriba.  Si todos los días nos empeñamos en juntar tesoros no en la tierra sino en el cielo.  Si todos los días luchamos con temor y temblor por nuestra salvación,  expererimentaremos realmente lo que se siente ser “Hijos de Dios”.
  “Ya que todos aquellos a los que guía el Espíritu de Dios son hijos e hijas de Dios” (Romanos 8,14). ¿Qué beneficio trae el ser hijo de Dios? Sencillamente un beneficio  hermoso: -Siendo hijos somos también herederos, la herencia de Dios será nuestra y la compartiremos con Cristo. (Romanos 8,17)
¡Qué bendición tan grande, tenemos la herencia de Dios!  y déjeme agregarle  que esta  herencia no solo la disfrutaremos en el cielo, esta ya presente en este momento en la tierra, en nuestra vida. De seguro nuevamente dirá: “Demasiada herencia para ser verdad”. -¿No me cree?  Es cierto, usted y yo somos ricos desde el momento en que deja la antigua manera de vivir según el mundo y empieza a vivir según la voluntad de Cristo el Hijo de Dios vivo.
  
Y entonces ¿cuál es nuestra herencia?
La herencia  que obtenemos de Dios, desde ya en este mundo, es infinitamente más grande que la alegría de tener todos los millones de la tierra. Es  más grande que poseer  tres automóviles último modelo.  La herencia de Dios, es mayor que las siete casas que podamos comprar. Es aún mayor que todas las joyas que jamás hubiésemos visto.  La herencia de Dios para cada uno de sus hijos es mayor que todos los tesoros de este mundo. 
 
Y la herencia de Dios  para los que viven según su voluntad es: Amor,  alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio  propio (Gálatas 5,22). Esto si que es ¡fantástico!  Con solo estos nueve regalos que Dios  nos da para vivir en este mundo somos inmensamente ricos. Quien no necesita de Amor, para combatir el odio .La alegría para ahuyentar las tristezas provocadas por tantos acontecimientos de nuestra vida.  Tenemos  también el regalo de la  Paz, con ella podemos combatir todo tipo de guerras. Quien no necesita heredar Paciencia, para aquellos momentos en que pensamos estallar de furia, y desesperación. También por el Espíritu de Dios, heredamos la amabilidad, la bondad, La Humildad es un regalo  de Dios, que le hace falta a muchas personas. La fidelidad,  esta riqueza casi hoy nadie la quiere,  ya que cada vez crece el porcentaje de “infieles”  tanto en el noviazgo y matrimonio, como infieles para con Dios. Por último El dominio Propio, es un regalo del Espíritu y de Dios.

Para terminar, quiero invitarlo en  nombre de Jesús a que se acerque a Dios.  Usted y yo somos hijos de Dios, por tanto, si es esto lo que esperamos ser  y esperamos vivir según su voluntad, debemos  ser santos como Él es santo” (1ra Juan 3,3). A todos nos gusta  la palabra “Herencia” Y más grande aún que la herencia del Amor,  alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio  propio,  mayor es la herencia que está por venir o que nos espera en el cielo.  La  Biblia dice que:  Ningún ojo ha visto, ni oído ha escuchado, ninguna mente humana  se ha imaginado, lo que Dios tiene preparado para los que lo aman (1ra Corintios 2,9).  

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