Deuteronomio 6,4-5 “Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas”.
Escuchar, oír, que gran bendición la que Dios nos ha regalado por medio del sentido del oído, con este podemos percibir un sinnúmero de sonidos. Hay sin embargo miles de personas que se ven privadas de escuchar, personas que han nacido sordas o que por algunas circunstancias, enfermedades o accidentes de la vida, están privadas de escuchar.
En la prensa del día domingo leí una noticia que me llamó la atención. Hablaba de una hermosa mujer. Era la poseedora del cetro de “Miss Sorda” del estado de Texas en Estados Unidos, su nombre de esta bella y sorda mujer era Tara Rose McAvoy, la cual murió, dice la noticia, tras ser arrollada por un tren. Tara de 18 años de edad paseaba por las vías ferroviarias cerca de Austin, Texas cuando un tren de la compañía Unión Pacific la atropelló y acabó con su vida. Un testigo ocular del accidente aseguro que el tren hizo sonar en repetidas ocasiones su bocina, pero la Miss Sorda, no se percató de ello.
Así como esta bella mujer murió porque era sorda y no logró escuchar las advertencias del tren, Hay también en la actualidad miles y miles de personas sordas pero sordas espirituales, muchos no escuchan la voz y las advertencias de Dios, no oyen la alerta de peligro y son atropelladas por los innumerables trenes del maligno, -trenes macabros, los cuales recorren y andan buscando sin cesar destrozar y aplastar entre sus vías a los miembros de la iglesia de Cristo. Ante estos constantes ataques de los enemigos del alma, Dios nos da una solución: ESCUCHAR Y OBEDECER. Esta recomendación la encontramos en Deuteronomio 6,28 que dice- “ESCUCHEN Y CUMPLAN todo lo que les he ordenado, para que a ustedes y a sus hijos les VAYA BIEN SIEMPRE por hacer lo que es agradable y recto a los ojos del Señor su Dios.
Hebreos 3,7 dice “Si hoy escuchan lo que Dios dice, no endurezcan su corazón como aquellos que se rebelaron y pusieron a Dios a prueba en el desierto.”Dios es infinitamente bondadoso y misericordioso. Si nosotros le hablamos, siempre nos escucha, porque lo dice claramente en las escrituras:- “En el momento oportuno te escuché, en el día de la salvación te ayudé Y ahora es el momento oportuno ¡Ahora es el día de la salvación! (2da Corintios 6,2) No desaprovechemos la bondad de Dios, no desperdiciemos la oportunidad de escuchar y obedecer sus mandamientos.
El otro día recorriendo y mirando las calles mis ojos se detuvieron en un objeto que se encontraba en la entrada a una iglesia. Era un reloj y sobre él había una pregunta que decía: ¿QUE HORA ES? Bajo el reloj se encontraba la respuesta:- ES HORA DE ESCUCHAR A DIOS.
Queridos hermanos, ya no es hora de escuchar las voces del mundo, las voces del placer de la carne, ya no es hora de escuchar las voces del maligno. HOY ES HORA de ESCUCHAR y OBEDECER A DIOS porque nuestro Dios es el único Señor. A Él debemos Amarlo con todo nuestro corazón con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas.De no hacerlo corremos el grave peligro que el tren del pecado nos arrolle y nos destruya.
Escuchar, oír, que gran bendición la que Dios nos ha regalado por medio del sentido del oído, con este podemos percibir un sinnúmero de sonidos. Hay sin embargo miles de personas que se ven privadas de escuchar, personas que han nacido sordas o que por algunas circunstancias, enfermedades o accidentes de la vida, están privadas de escuchar.
En la prensa del día domingo leí una noticia que me llamó la atención. Hablaba de una hermosa mujer. Era la poseedora del cetro de “Miss Sorda” del estado de Texas en Estados Unidos, su nombre de esta bella y sorda mujer era Tara Rose McAvoy, la cual murió, dice la noticia, tras ser arrollada por un tren. Tara de 18 años de edad paseaba por las vías ferroviarias cerca de Austin, Texas cuando un tren de la compañía Unión Pacific la atropelló y acabó con su vida. Un testigo ocular del accidente aseguro que el tren hizo sonar en repetidas ocasiones su bocina, pero la Miss Sorda, no se percató de ello.
Así como esta bella mujer murió porque era sorda y no logró escuchar las advertencias del tren, Hay también en la actualidad miles y miles de personas sordas pero sordas espirituales, muchos no escuchan la voz y las advertencias de Dios, no oyen la alerta de peligro y son atropelladas por los innumerables trenes del maligno, -trenes macabros, los cuales recorren y andan buscando sin cesar destrozar y aplastar entre sus vías a los miembros de la iglesia de Cristo. Ante estos constantes ataques de los enemigos del alma, Dios nos da una solución: ESCUCHAR Y OBEDECER. Esta recomendación la encontramos en Deuteronomio 6,28 que dice- “ESCUCHEN Y CUMPLAN todo lo que les he ordenado, para que a ustedes y a sus hijos les VAYA BIEN SIEMPRE por hacer lo que es agradable y recto a los ojos del Señor su Dios.
Hebreos 3,7 dice “Si hoy escuchan lo que Dios dice, no endurezcan su corazón como aquellos que se rebelaron y pusieron a Dios a prueba en el desierto.”Dios es infinitamente bondadoso y misericordioso. Si nosotros le hablamos, siempre nos escucha, porque lo dice claramente en las escrituras:- “En el momento oportuno te escuché, en el día de la salvación te ayudé Y ahora es el momento oportuno ¡Ahora es el día de la salvación! (2da Corintios 6,2) No desaprovechemos la bondad de Dios, no desperdiciemos la oportunidad de escuchar y obedecer sus mandamientos.
El otro día recorriendo y mirando las calles mis ojos se detuvieron en un objeto que se encontraba en la entrada a una iglesia. Era un reloj y sobre él había una pregunta que decía: ¿QUE HORA ES? Bajo el reloj se encontraba la respuesta:- ES HORA DE ESCUCHAR A DIOS.
Queridos hermanos, ya no es hora de escuchar las voces del mundo, las voces del placer de la carne, ya no es hora de escuchar las voces del maligno. HOY ES HORA de ESCUCHAR y OBEDECER A DIOS porque nuestro Dios es el único Señor. A Él debemos Amarlo con todo nuestro corazón con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas.De no hacerlo corremos el grave peligro que el tren del pecado nos arrolle y nos destruya.
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