Se cuenta de un mendigo que pedía limosna, en la mano sostenía
un cartel que decía “sordomudo”, pasa alguien y le deja
unas monedas, gracias dice el mendigo
que Dios se lo pague.
Al siguiente día, el mismo mendigo vuelve a pedir limosna con gafas
y un letrero que decía: “una limosna
para este pobre ciego”, la misma
persona que le ayudo el día anterior le dice que le paso, ayer era sordomudo y
ahora está ciego como paso, ¿me puede explicar eso?. Por supuesto dice el supuesto ciego, lo que pasa es que salgo de una desgracia para meterme
en otra…
El pecado nos enceguece, el
pecado ciega nuestra alma y al hacerlo caminamos a tientas por la vida,
saliendo de una desgracia para entrar en otra.
Este tiempo de misericordia,
el medico del alma ha llegado a tu casa, quiere llegar a tu vida para quiere
examinarte los ojos, quiere hacerte una cirugía espiritual, Cristo quiere
devolverte la vista, El Señor quiere que tú puedas experimentar y conocer: “lo
que ojo no vio ni oído escucho” (1ra Corintio 2,9)
Cristo está acercándose nuevamente a Jericó, (tu vida) tu eres ese ciego que estas sentado junto al
camino mendigando; (Lucas 18,35)
Tu actitud ante la ceguera
espiritual fruto del pecado tiene que ser la misma del Ciego de Jericó:
“Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí” (Lc 18,38)
Con voz fuerte dile: “Señor, quiero recobrar la vista” “QUIERO VER” (Lc 18,41)
Amen
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