Se cuenta de dos ladrones que se encontraban frente a la vitrina de una joyería,
y empiezan a ser tentados por un hermoso collar de diamantes. Un ladrón le
pregunta al otro: ¿Cuánto crees que nos darían por esa joya? El otro ladrón responde: yo pienso que de cinco
a ocho años de cárcel…
Al momento de la tentación, deberíamos pensar en las consecuencias,
cuantos años de sufrimiento me traerá esto que voy a hacer, ¿a quienes voy a
afectar?
Las tentaciones son inevitables.
La Buena noticia es que Jesucristo enfrento
todas las tentaciones:
“Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz
de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo
de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado”. (Hebreos 4,15)
Seguro en estos momentos más de uno dice:
-Pero el deseo es tan grande
-La pasión por esa persona me hace tener
malos pensamientos y estoy a punto de caer
-¡no puedo resistir la tentación!
Ante las debilidades de la carne, leamos y
recordemos lo que nos dice la escritura
“Ustedes no han sufrido ninguna tentación que no sea
común al género humano. Pero Dios es fiel, y no permitirá que ustedes sean
tentados más allá de lo que puedan aguantar. Más bien, cuando llegue la
tentación, él les dará también una salida a fin de que puedan resistir”. (1
Corintios 10,13)
También debería motivarnos el premio, la
recompensa para los que triunfen en las tentaciones:
Dichoso el que resiste la tentación porque, al salir
aprobado, recibirá la corona de la vida que Dios ha prometido a quienes lo
aman. (Santiago 1,12)
Sin querer queriendo amigos, más temprano que
tarde la TENTACION LLEGARA A NUESTRAS VIDAS.
“Estén alerta y oren para que no caigan en
tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil”. Mateo 26,41
Nuestra plegaria y oración constante debe ser: “Y no nos
dejes caer en tentación,
Sino líbranos del maligno”.
(Mateo 6,13) Amen
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