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LA ARMADURA DE DIOS


En un barrio muy peligroso por los frecuentes asaltos,  Lidubino encuentra a  su amigo Pompilio, casi desnudo, al verlo así le pregunta ¿qué te paso?
  Pompilio dice, me asaltaron me robaron el dinero, el reloj los pantalones la camisa, los zapatos se llevaron todo
Asombrado Lidubino vuelve a preguntar: ¿pero  tú eres policía verdad?
 Claro que sí, dice Pompilio.
 Y entonces ¿por qué no sacaste tu revolver?
-Estás loco dice Pompilio: “y si me lo roban también”...

Estamos librando una lucha, esta lucha no es una lucha contra personas humanas: “Pues no nos estamos enfrentando a fuerzas humanas, sino a los poderes y autoridades que dirigen este mundo y sus fuerzas oscuras, los espíritus y fuerzas malas del mundo de arriba.”(Efesios 6,12)
En esta batalla espiritual, como soldados de Cristo tenemos que ir bien equipados: “Lleven con ustedes todas las armas de Dios, para que puedan resistir las maniobras del diablo”. (Efesios 6,11)
Si has perdido muchas batallas
Si te sientes derrotado, es porque seguro has luchado con tus propias armas
Si crees que no puedes ganar, te creo, usando tus propias fuerzas no lograras triunfar en esta batalla espiritual, es necesario utilizar la fuerza que viene de Cristo: “Por lo demás, fortalézcanse en el Señor con su energía y su fuerza.” (Efesios 6,10)
A partir de hoy amigos y hermanos en la fe para salir triunfadores en el combate espiritual:
-UTILIZEMOS TODAS LAS ARMAS DE DIOS:
 Por eso pónganse la armadura de Dios, para que en el día malo puedan resistir y mantenerse en la fila valiéndose de todas sus armas.
Tomen la verdad como cinturón, la justicia como coraza;
Tengan buen calzado, estando listos para propagar el Evangelio de la paz.
Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, y así podrán atajar las flechas incendiarias del demonio.
Por último, usen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, o sea, la Palabra de Dios.
Vivan orando y suplicando. Oren en todo tiempo según les inspire el Espíritu. Velen en común y perseveren en sus oraciones sin desanimarse nunca, intercediendo en favor de todos los santos, sus hermanos” (Efesios 6,13-18) 
Amen

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