Un pescador que no asistía mucho tiempo a la iglesia, estaba en medio del mar con tres amigos que eran ateos. Todos juntos estaban disfrutando de la pesca en una pequeña embarcación. De pronto el cielo se nubló, y empezó una tormenta. Caia la lluvia y el viento soplaba con ímpetu, a tal punto que amenazaba con volcar el barco en el que se encontraban. Uno de los ateos empezó a temblar de miedo; -¡vamos a morir! - Decía. El otro mas asustado gritaba- ¡Auxilio! ¡Socorro!-. Todos estaban temblando de miedo. En ese momento uno de los “ateos” se acuerda que uno de ellos era “Católico Cristiano”, Oye tu, le dice a su amigo:-Tu que eres creyente y tienes fe en Dios, por que no le pides que nos de una “ayudita”, pídele a tu creador que nos auxilie, haz una ORACION.
Dionisio, era el nombre de nuestro particular creyente. El responde:-Saben que con mucho gusto le pediría a Dios que nos ayudase, pero creo que en vano me piden que ore pidiendo ayuda, hace como siete años que no voy a misa, que no leo la Biblia, que no hago ni una oración. - Sus amigos ateos, a una sola voz insistieron:- Mira nada pierdes con intentarlo, pues de todas formas estamos al borde de la muerte y sólo un “Milagro” podrá salvarnos (la tormenta y el viento aumentaban cada vez más y más).
Esta bien dice Dionisio y hace la siguiente Oración:
“Señor, Padre, Dios mío, mira como estamos en estos momentos, al borde de la muerte, Usted sabe mi Dios querido que ¡YO! En siete años no he ido a misa, no leí la Biblia, no he hecho ni una oración, en fin para no cansarlo mi Dios, le digo que en siete años no le he PEDIDO NADA, pues ahora por su Hijo Jesucristo le pido que nos salve de la muerte y YO LE PROMETO QUE EN OTROS SIETE AÑOS NO VUELVO A MOLESTARLO.
En muchos momentos de nuestra vida nos encontramos como “Dionisio” en situaciones difíciles, Los problemas Van y vienen, las dificultades se multiplican, la enfermedad parece incurable. En fin parece que ya no hay solución a nuestras vicisitudes. Pareciera como si el dolor y sufrimiento acabará con nosotros y al vernos al borde del abismo, actuamos como “Dionisio” y le decimos al Señor, por favor, ¡Auxilio! ¡Socorro! Sálvame, ya no puedo mas, si me sacas de este problema te prometo esto, te prometo lo otro, me voy a portar bien, voy a ir a la misa todos los domingos, te voy a seguir Señor, voy a servirte… Y el Señor en la mayoría de los casos atiende nuestras suplicas y nos saca del fondo del abismo, nos pone sobre la roca firme, y nos ofrece un canto nuevo (Salmo 40,2-3). Pero pasa la tormenta, pasó el susto, pasó el dolor. Se acabo el sufrimiento, finalizó el tormento y nosotros nos olvidamos de Él. Nos olvidamos de las promesas y actuamos nuevamente como si no existiera. Lo eliminamos de nuestro corazón y nuestro diario vivir, en otras palabras le decimos como “Dionisio”: NO TE VUELVO A MOLESTAR DURANTE SIETE AÑOS porque ahora ya no hay tormenta, ahora ya pasó el peligro, soy feliz, no te necesito por ahora, cuando este en problemas te vuelvo a molestar, Adiós.
Estimado amigo (a) que lees esta reflexión, acuérdate siempre de tu creador. Recuerda que un DIA Él te ayudó, te auxilió, vino en tu socorro. Cuando estabas en problemas, deprimido; cuando ya no había ninguna salida, Jesucristo vino, te ayudo, te dio una nueva vida, te sacó del fango. No tienes porque olvidarte en ningún momento que no PUEDES VIVIR SIN EL. Si lo haces, nada raro que en cualquier momento nuevamente estés pidiéndole, suplicándole te ayude y como decía un Santo:-“Tengo miedo que hoy pase Jesús y me llame, tengo miedo no escuchar su voz, su llamado, porque puede ser que mañana pase y ya no me llame”. “PIDAN y Dios les DARA; busquen y encontrarán; llamen a la puerta, y se les abrirá. Porque el que PIDE, RECIBE, el que busca encuentra; y al que llama a la puerta se le abre” (San mateo 7,7)
Oración:
Padre amado, hoy vengo ante ti reconociendo mis faltas, acepto Señor que muchas veces tu me ayudaste, me sacaste del peligro, me liberaste de la muerte. Señor, muchas, innumerables veces contestases mis suplicas, pero he cometido el error de olvidarme de todo lo que tu has hecho por mi. Cuando todo iba bien en mi vida, yo me he olvidado de ti, no te he molestado. Pero nuevamente estoy aquí señor en peligro, estoy en problemas, en dificultades tu conoces mas que yo la debilidad que tengo. Señor en el nombre de Jesús te suplico, te imploro, nuevamente, regálame Señor una nueva oportunidad, dame fuerzas para seguir. ¡AYUDAME! ¡LEVANTAME! ¡SANAME SEÑOR!. Gracias Padre por que sé que tu me amas, por que creo en mi corazón que hoy empezaré una nueva vida. Tengo fe que me darás un canto nuevo, para alabarte y servirte hoy, mañana y por toda la eternidad Gracias Padre, Gracias Hijo, Gracias Espíritu Santo.
Amen.
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