Jugando, jugando, conocí un juego de mesa que consiste en avanzar 100 puntos del 1 al 100 para esto se tira un dado. Lo que hace difícil llegar a la meta, lo que complica el avance, es que durante el trayecto hay dos elementos, dos cosas que hacen especial, atractivo y difícil llegar al final del juego. En el trayecto hay 9 escaleras en diferentes puntos del camino están. La finalidad de estas, es hacer que uno suba en la puntuación, por ejemplo:
Si al empezar el juego con el dado sacas un 1, hay una escalera que te lleva directamente al numero 38, si avanzas y caes en el 6 subes al numero 16, si caes en 21 subes hasta el 60 si caes en 24 asciendes a 87 y así sucesivamente. Las escaleras te permiten subir para llegar más rápido a la meta. Si tienes suerte, avanzando con el dado llegas al No 78 existe una escalera que te lleva directamente al numero 100 ¡llegas a la meta! En fin todas las escaleras de este juego te permiten subir y ascender en la puntuación.
También existe algo negativo en el juego, hay obstáculos en diferentes partes del tablero entre el 1 al 100. Se distingue también 9 lugares en los que hay víboras serpientes y a diferencia de las escaleras, te hacen bajar en la puntuación, te hacen descender, por ejemplo:
Si estás avanzando y llegas al 31 bajas al número 9 si caes en el número 62 bajas al 19 y así sucesivamente, hay serpientes por todos lados. También, casi al llegar a la meta, en el numero 95 está la última serpiente, te hace retroceder en el juego hasta el numero 75.
Cuando yo estaba jugando, iba por el camino avanzando a pasos agigantados, pues al avanzar me tocaron 3 escaleras las cuales me permitieron avanzar rápidamente y llegar al numero 84. Sonriendo miraba mi ocasional rival, Gustavo, mi pequeño hijo de 9 años. Él, conocedor del juego me devolvía mi sonrisa y me decía:
“No cantes victoria” aún no has llegado a la meta. Cuidado que todavía quedan varias serpientes que esquivar. Dicho esto, la advertencia se vuelve realidad, pues para mi mala suerte, al girar el dado me toco en el número 84 en el que había una enorme serpiente, me hizo retroceder en el juego casi hasta el principio, bajé al 28. Riendo, mi pequeño rival decía: ¡te lo dije, te lo dije!
En este juego no es tan fácil llegar a la meta, no es fácil llegar al número cien. A lo largo de la contienda, así como uno sube por las escaleras, vuelve atrás con las serpientes.
¿Por qué les hablo de este juego?
Sencillamente por que jugando me iba dando cuenta que este juego se asemeja mucho a nuestra vida. Cada vez que avanzaba y me tocaba una escalera, la cual me permitía subir rápidamente, recordaba y pensaba en las veces que busqué y encontré la escalera celestial, encontré a Dios: en la Eucaristía , en la misa, en la Biblia. Me emocionaba el saber que encontraba la escalera de la gracia divina, al tratar de amar sus mandamientos, al amar y servir al prójimo. Encontraba esta escalera que me permitía subir y avanzar rumbo a la meta. La escalera Divina la encontramos cuando hablamos del Reino de Dios. Subimos la escalera cada vez que proclamamos a Jesucristo como el Señor y Rey de nuestra vida y del mundo. Cuando anunciamos y compartimos con los demás la Buena Nueva, La Gran Noticia de la Salvación.
Cuando en el juego me tocaba y caía sobre la cabeza de una serpiente, y retrocedía, con tristeza, asustado y lleno de miedo, recordaba y pensaba en las veces que también con mi forma de vida y con mis acciones me ha tocado caer en la tentación. Caer en las garras del mal. Como en una película me imaginaba las veces que uno retrocede y se aleja del camino eterno y al buscar seguir a la serpiente del edén, con nuestras mentiras, con el odio, la avaricia, la envidia, la lujuria, la vanidad, el orgullo, la pereza. Retrocedemos en nuestra carrera celestial, retrocedemos en el camino de la vida y nos alejamos de la meta.
Tu y yo estamos jugando el juego de la vida, en este juego nos encontraremos con la Escalera celestial que nos ayuda a avanzar en el camino que nos lleva al cielo pero también nos encontraremos con las serpientes del maligno, que estarán disfrazadas para tratar de engañarnos y hacernos retroceder para desviarnos del camino que lleva a la meta.
En el juego de la vida no importa en qué lugar del recorrido te encuentres en estos momentos, quizás en vez de llegar y buscar la escalera celestial, llegaste y caíste en manos de la serpiente, en manos del mal. Si has tropezado, si has caído, si has pecado y con ello te has alejado de la gracia de Dios, ¡Sal de eses camino! Hoy puedes volver a empezar de nuevo, hoy puedes comenzar una nueva vida, hoy puedes soltar todas las cadenas, levántate y sigue jugando, sigue avanzando con la gracia de Dios, podrás llegar al final del juego. Con la ayuda y gracia de Dios Tú y yo podemos llegar a la meta Celestial.
Filipenses 3,13-14“Hermanos, no digo que yo mismo ya lo he alcanzado; lo que si hago es olvidarme de lo que queda atrás y esforzarme por alcanzar lo que está delante, para llegar a la meta y ganar el premio celestial que Dios nos llama a recibir por medio de Cristo Jesús”.
Si al empezar el juego con el dado sacas un 1, hay una escalera que te lleva directamente al numero 38, si avanzas y caes en el 6 subes al numero 16, si caes en 21 subes hasta el 60 si caes en 24 asciendes a 87 y así sucesivamente. Las escaleras te permiten subir para llegar más rápido a la meta. Si tienes suerte, avanzando con el dado llegas al No 78 existe una escalera que te lleva directamente al numero 100 ¡llegas a la meta! En fin todas las escaleras de este juego te permiten subir y ascender en la puntuación.
También existe algo negativo en el juego, hay obstáculos en diferentes partes del tablero entre el 1 al 100. Se distingue también 9 lugares en los que hay víboras serpientes y a diferencia de las escaleras, te hacen bajar en la puntuación, te hacen descender, por ejemplo:
Si estás avanzando y llegas al 31 bajas al número 9 si caes en el número 62 bajas al 19 y así sucesivamente, hay serpientes por todos lados. También, casi al llegar a la meta, en el numero 95 está la última serpiente, te hace retroceder en el juego hasta el numero 75.
Cuando yo estaba jugando, iba por el camino avanzando a pasos agigantados, pues al avanzar me tocaron 3 escaleras las cuales me permitieron avanzar rápidamente y llegar al numero 84. Sonriendo miraba mi ocasional rival, Gustavo, mi pequeño hijo de 9 años. Él, conocedor del juego me devolvía mi sonrisa y me decía:
“No cantes victoria” aún no has llegado a la meta. Cuidado que todavía quedan varias serpientes que esquivar. Dicho esto, la advertencia se vuelve realidad, pues para mi mala suerte, al girar el dado me toco en el número 84 en el que había una enorme serpiente, me hizo retroceder en el juego casi hasta el principio, bajé al 28. Riendo, mi pequeño rival decía: ¡te lo dije, te lo dije!
En este juego no es tan fácil llegar a la meta, no es fácil llegar al número cien. A lo largo de la contienda, así como uno sube por las escaleras, vuelve atrás con las serpientes.
¿Por qué les hablo de este juego?
Sencillamente por que jugando me iba dando cuenta que este juego se asemeja mucho a nuestra vida. Cada vez que avanzaba y me tocaba una escalera, la cual me permitía subir rápidamente, recordaba y pensaba en las veces que busqué y encontré la escalera celestial, encontré a Dios: en la Eucaristía , en la misa, en la Biblia. Me emocionaba el saber que encontraba la escalera de la gracia divina, al tratar de amar sus mandamientos, al amar y servir al prójimo. Encontraba esta escalera que me permitía subir y avanzar rumbo a la meta. La escalera Divina la encontramos cuando hablamos del Reino de Dios. Subimos la escalera cada vez que proclamamos a Jesucristo como el Señor y Rey de nuestra vida y del mundo. Cuando anunciamos y compartimos con los demás la Buena Nueva, La Gran Noticia de la Salvación.
Cuando en el juego me tocaba y caía sobre la cabeza de una serpiente, y retrocedía, con tristeza, asustado y lleno de miedo, recordaba y pensaba en las veces que también con mi forma de vida y con mis acciones me ha tocado caer en la tentación. Caer en las garras del mal. Como en una película me imaginaba las veces que uno retrocede y se aleja del camino eterno y al buscar seguir a la serpiente del edén, con nuestras mentiras, con el odio, la avaricia, la envidia, la lujuria, la vanidad, el orgullo, la pereza. Retrocedemos en nuestra carrera celestial, retrocedemos en el camino de la vida y nos alejamos de la meta.
Tu y yo estamos jugando el juego de la vida, en este juego nos encontraremos con la Escalera celestial que nos ayuda a avanzar en el camino que nos lleva al cielo pero también nos encontraremos con las serpientes del maligno, que estarán disfrazadas para tratar de engañarnos y hacernos retroceder para desviarnos del camino que lleva a la meta.
En el juego de la vida no importa en qué lugar del recorrido te encuentres en estos momentos, quizás en vez de llegar y buscar la escalera celestial, llegaste y caíste en manos de la serpiente, en manos del mal. Si has tropezado, si has caído, si has pecado y con ello te has alejado de la gracia de Dios, ¡Sal de eses camino! Hoy puedes volver a empezar de nuevo, hoy puedes comenzar una nueva vida, hoy puedes soltar todas las cadenas, levántate y sigue jugando, sigue avanzando con la gracia de Dios, podrás llegar al final del juego. Con la ayuda y gracia de Dios Tú y yo podemos llegar a la meta Celestial.
Filipenses 3,13-14“Hermanos, no digo que yo mismo ya lo he alcanzado; lo que si hago es olvidarme de lo que queda atrás y esforzarme por alcanzar lo que está delante, para llegar a la meta y ganar el premio celestial que Dios nos llama a recibir por medio de Cristo Jesús”.
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