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UN MENDIGO EJEMPLAR

“Acababan de dejar allí a un tullido de nacimiento. Todos los días lo colocaban junto a la Puerta Hermosa, que es una de las puertas del  Templo, para que pidiera limosna a los que entraban en el recinto.  Cuando Pedro y Juan estaban para entrar en el Templo, el  hombre les pidió una limosna”. (Hechos 3,2-9)
Probablemente usted haya escuchado con anterioridad este pasaje de la sagrada escritura,  el cual nos muestra dos tipos de personas: Un mendigo y dos discípulos; Pedro y Juan
Mendigo es el que solo vive para pedir
Discípulo es el que se dedica a dar
Si usted está de acuerdo conmigo, coincidiremos en que en nuestra iglesia encontramos con frecuencia dos tipos de personas:  
-Los que piden, es decir los que viven de las limosnas de los demás
-Los que dan, o viven para compartir  las innumerables riquezas  de Cristo Jesús.
¿Usted a qué grupo pertenece?

Un día don Mendimudo,  llego a la esquina en la que acostumbraba pedir limosna,  aparentemente  era mudo,  en el letrero que llevaba colgado al cuello se leía la frase: “Limosna para un MUDO”.  
El supuesto mudo a todo que pasaba  les decía:
-“Una limosna para este pobre mudo, una limosna para este mudo”. Un transeúnte al escuchar la forma de pedir limosna del supuesto mudo, asombrado lo cuestiona: ¿Cómo puede decir que es mudo, si está hablando?  
Don Mendimudo, con vergüenza responde:  
-Es que son las únicas palabras que he aprendido a hablar, solo se decir:” Limosna para este mudo”, no conozco otras palabras…
Cuantas personas en nuestra iglesita podríamos señalarlas  como: “mudos espirituales”,  porque solo conocen la palabra: limosna.   La triste realidad es que vivimos en un estado de mendicidad enorme,  nuestra vida se lleva a cabo, aprendiendo y poniendo en práctica el verbo “Pedir”, y lo hemos aprendido tan bien, compartiéndolo con otros, enseñándolo a otros, resulta que ahora podemos  decir con los demás: Yo pido, tu pides, el pide, ellos piden, nosotros pedimos…
Ha llegado el momento de dejar de ser limosneros.  En este momento los versículos del capítulo 3 de Hechos, llegan a nuestra vida y por medio de Pedro y Juan  dicen: “Mírame, no tengo oro ni plata, pero lo que tengo te doy, En nombre del  Mesías,  Jesús El Nazareno, camina,  levántate, tú no eres indigente no tienes por qué  estar pidiendo limosnas”. 
Para dejar de ser mendigos y tullidos solo  necesitamos de Jesucristo, con El en nuestra vida, podemos aprender  nuevas formas de vida, con Cristo en nuestra vida lograremos conocer diferentes maneras   para  obtener  recursos en abundancia.   
Podemos decir orgullosos: “No soy dueño del mundo, pero soy hijo del dueño”. 
Entremos todos juntos al  Templo: Saltando y alabando a Dios (Hechos 3,8). Entremos juntos al templo a recibir los dones y regalos de aquel que siendo rico se hizo pobre, para que su pobreza nos hiciera ricos (2da Corintios 8,9)
Adelante hermanos, estamos invitados a dejar la indigencia espiritual,  ahora estamos llamados  a compartir las inmensas riqueza de la gracia y misericordia del Señor.   Cada vez que encontremos a  alguien que solo vive de limosnas,  cuando encontremos a un hermano que va  arrastrándose por los problemas y sufrimientos de la vida tenemos que decirle: No tengo oro ni plata, pero lo que tengo te doy, En nombre de Jesucristo levántate y camina.  

Amen



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