Sabiduría
8,1-4 Si, la sabiduría se extiende de un extremo al otro de la tierra y en
todas partes pone orden. La ame y la desee desde mi juventud; trate de tomarla
por esposa, porque estaba enamorado de su belleza. El hecho de que este cerca
de Dios hace resaltar su noble origen: el Dueño de todas las cosas la amo. Fue
iniciada en el conocimiento mismo de Dios, y ella decide que obras hay que
realizar.
Quizás usted
haya escuchado la frase: “La sabiduría me persigue pero yo corro más rápido”,
parece que esto lo ponemos en práctica, Dios todos los días nos persigue para
regalarnos sabiduría, pero como dice la frase nosotros siendo tontos creemos
ser más sabios y corremos más rápido es decir alejarnos de Dios provoca también
alejarnos de la sabiduría,
Toda
nuestra vida se torna en una búsqueda, nos esforzamos de diferente manera para
buscar:
-
buscamos como pasarla bien,
-Otros
buscan sin cesar el dinero y las cosas
materiales
-Hay
quienes buscan el placer
-Otros
buscan simplemente tener fama y poder
-Otros
buscan el conocimiento y la ciencia
Y así
nuestros días, todos los años de la vida
se llevan a cabo “busque que te busque sin parar” porque el corazón del hombre es ambicioso, en el ser humano hay un deseo
ilimitado.
¿Cuál es
su deseo más grande?
La
mayoría, caemos en el gravísimo error de desear solo las riquezas, sin darnos
cuenta que existe algo más grande que estas. La buena noticia es que
hay algo más grande que la riqueza, y se llama SABIDURIA.
Si lo que
se desea en el mundo es la riqueza ¿acaso hay riqueza más grande que
la Sabiduría que todo lo realiza? (Sabiduría 8,5)
Hace unos
meses en una misión de evangelización, llegamos a un pueblo, dentro de la
iglesia tras el altar estaba una imagen con los 7 dones del Espíritu
Santo. ¿Dije siete? ¡No! Conté solo
6: En la pared solo se podían ver seis los cuales eran: Entendimiento,
Ciencia, Consejo, Piedad, Fortaleza, Temor de Dios y… conté con los
dedos y dije aquí hay seis, falta uno, ¿Cuál
será? Después de tres largos minutos me di cuenta que lo que
me faltaba a mí, también faltaba en esa iglesia, ya se dio cuenta cual faltaba. Simplemente faltaba el don de
la SABIDURIA.
En este
tiempo que vivimos: Lo que me falta, lo que te falta, lo que nos falta, es
la SABIDURIA que viene de Dios.
Usted sabe
porque Dios creó primero al hombre y no a la mujer, lo que se
cuenta sobre todo en el sector masculino, es que lo hizo porque no quería
recibir consejos mientras creaba al hombre…
En la
actualidad recibimos muchos consejos y también queremos
aconsejar a los demás, queremos guiar, nuestra familia,
dirigir la iglesia, liderar una ciudad un país pero antes de hacerlo
tenemos que buscar y pedir Sabiduría Divina. Tenemos que hacer un alto en
nuestra vida y comenzar a recibir consejos divinos, tenemos que
descubrir ese carisma que estaba escondido en la iglesia que les
comentaba. Y lo está también en nuestra vida.
La
iglesia necesita buscar, pedir, y suplicar LA SABIDURIA DIVINA.
¿Qué
tiempo estamos dispuestos en emplear para buscarla? Pongamos en práctica lo que
leíamos al principio: ‘’La
ame y la desee desde mi juventud; trate de tomarla por esposa, porque estaba
enamorado de su belleza” (Sabiduría 8,2)
Todos los años en septiembre en la india se celebra el festival en honor
de Ganesha, el dios de la sabiduría y la prosperidad. Durante 10 días
incontables figuras gigantes de esta deidad con cabeza de elefante son
veneradas en ciudades y pueblos, para luego ser sumergidas en el mar.
Nosotros
los Cristianos no necesitamos de Ganesha porque tenemos al Espíritu Santo que
regala el don de la Sabiduría al que la busca y la necesita por ello está
escrito:
Si a alguno de ustedes le falta sabiduría,
pídasela a Dios, y él se la dará; pues Dios da a todos sin limitación y sin
hacer reproche alguno. Pero tiene que pedir con fe. (Santiago 1,5-6)
Reclamemos en este día la Herencia de la
sabiduría.
A partir de este momento amemos
la sabiduría, ella se dejara encontrar
por los que la busquen: Amo a los que me aman, los que me buscan me encuentran
(Proverbios 8,17)
“En ella se encuentra un espíritu inteligente, santo, único, múltiple,
ágil, móvil, penetrante, puro, límpido, no puede corromperse, orientado al bien
y eficaz (Sabiduría
7,22) Amen
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