Era un día domingo y la parroquia “La Esperanza” se aprestaba a recibir a los pocos feligreses que asisten con regularidad a la misa del domingo, todo indicaba que iba a ser una celebración sin novedades en la iglesia. Cuando faltaban siete minutos para que comience la fiesta eucarística, sucedió lo inesperado. La campana no cesaba de tocar, y una voz comenzó a propagarse, FUEGO, FUEGO, FUEGO, la iglesia arde, la iglesia se esta incendiando, era la voz que se anunciaba por los alrededores, y los feligreses fueron llegando, desde los mas jóvenes hasta los mayores desfilaban, unos para ayudar a extinguir el fuego y otros para observar como la iglesia se consumía en llamas.
Jerónimo el sacristán de la parroquia conocía a todos los que acudían con regularidad el domingo a la iglesia y al ver a un desconocido que ayudaba a que las llamas se apagaran, pregunta al ocasional feligrés:
¿Oiga nunca antes lo había visto por aquí?
Y el ocasional bombero da una respuesta que nos da una gran enseñanza:
“Es que nunca antes había visto fuego en esta iglesia…”
Muchos feligreses compartirán esta respuesta, y dirán:
No voy a la iglesia por que no hay nada nuevo todo es monótono
No voy por que dicen lo mismo de lo mismo.
Fuego es lo que la iglesia necesita para que los feligreses asistan a ella.
La iglesia de Cristo necesita que sus discípulos tengan el ardor y la llama del Espíritu Santo.
Hoy por hoy hay que cantar y hacer oración la canción que muchos conocemos:
Que no se apague el fuego que hay en mi corazón
Que no se apague el fuego que siga ardiendo más y más
Esperanza en la palabra:
“Cuando llego el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que lleno toda la casa donde estaban, y aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía que se expresaran” (Hechos 2,1-4)
Necesitamos del fuego del Espíritu Santo para extender el Reino de Dios. Si nuestro corazón arde en fuego quemaremos a alguien.
Alguien dijo: “Es imposible llevar la antorcha de la verdad a través de una multitud sin chamuscarle la barba a alguien”
Llenos del fuego de Dios, caminaremos con la antorcha del evangelio, de esta manera será imposible que no dejemos alguna huella de este fuego espiritual en la vida de los que nos rodean.
Pidamos en este momento que esta experiencia se haga realidad en la iglesia, en nuestra parroquia, en nuestra comunidad, en nuestra familia y en nuestra vida.
Oración: Amado Padre, en nombre de Cristo Jesús nos dirigimos para suplicarte por un avivamiento espiritual, necesitamos un nuevo Pentecostés en la iglesia, en la comunidad, y en nuestra vida Señor. En este momento te pedimos por una nueva efusión del Espíritu Santo, Ven Divino creador, ven Espíritu Santo, a nuestra iglesia que nuestra parroquia arda, que las llamas del fuego de Pentecostés vengan a quemar nuestro corazón. Ven paráclito avivando el fuego de nuestro bautismo, aviva la llama de nuestra confirmación como soldados de Cristo, entréganos nuevamente la antorcha del evangelio para llevar este fuego y quemar con esta llama de amor a todos los que por tu gracia podamos alcanzar y tocar, para la Gloria de Dios Gracias Espíritu Santo por este fuego poderoso.
Amen
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