¡QUIERO IR AL CIELO!
Se cuenta que en la parroquia del barrio La Esperanza, el
sacerdote hablaba en la homilía acerca
del cielo, y pregunta a los asistentes:
¿Quiénes
quieren ir al cielo?
De los 70 feligreses que asistían ese día a a la Eucaristía,
todos levantan la mano menos Lidubina.
Nuevamente pregunta el padrecito:
¿Quiénes quieren ir al cielo?
Se repite la escena anterior, todos sonrientes levantan la mano.
Pero Lidubina nuevamente se niega a levantarla
Al final de la celebración el padrecito se interpone en el
camino de Lidubina y le pregunta:
¿Por
qué no quiere ir al cielo?
La excusa de Lidubina fue la siguiente:
Padrecito yo no levante la mano, porque no puedo desobedecer
a mi esposo, él me dijo al salir de la
iglesia, nada de desviarse, nada de ir a otro lado, tienes que venirte rápido a casa…
Esa historia de humor refleja nuestra vida espiritual, los ídolos y dioses de este mundo nos dirán:
Puedes ir a la iglesia pero solo de cuerpo presente, tu
mente y tu corazón nada de pensar en el cielo.
-El dinero y las
cosas materiales inundan nuestra mente y por ello nos olvidamos de pensar en el cielo
-El placer y los vicios nos invitan a pensar en lo pasajero,
en el gozo efímero, en el placer rápido y finito. Esto hace que nos olvidemos de la felicidad plena y eterna que nos ofrece
Jesucristo en el cielo y la eternidad.
También hoy por hoy el celular, el Facebook, y el estar conectado a internet por largas
horas nos hacen olvidar de pensar en las
redes eternas que Cristo nos ofrece.
Si te conectas a
internet y al celular, porque también no conectar tu pensamiento y tu corazón con
el Cielo.
Dejemos ya de pensar en el suelo y comencemos a pensar y
enamorarnos del Cielo
Una pregunta para ti mi amigo que lees esta reflexión:
¿Quieres ir al Cielo?
¿Quiere disfrutar de la vida eterna?
Si tu respuesta es afirmativa, simplemente dedica minutos
horas y días en pensar y conectar tus sentidos, conecta tu mente y corazón con
todo lo referente al cielo.
“Amados hermanos, por ser aquí
extranjeros y gente de paso, les
ruego que se abstengan de los deseos
carnales que Hacen la guerra al alma” (1ra Pedro 2,11)
“Nosotros
tenemos nuestra PATRIA EN EL CIELO, y de
allí esperamos al Salvador que tanto anhelamos, Cristo Jesús, el Señor. Pues
el cambiara nuestro cuerpo miserable usando esa fuerza con la que puede someter
a si el universo, y lo hará semejante a su propio cuerpo, del que irradia su
gloria’’.
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